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Historia corta- Cazadora Magica

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Bluzumara's avatar
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Tras un largo día, en el que podían haber ocurrido desgracias y milagros por igual, cayó la noche. Una noche cuya oscuridad se desvanecería pronto, apartada por el artificial brillo de cientos de carteles y postes luminosos. No había lugar para las sombras en aquel frenético mundo.


O, al menos, no a la vista de cualquiera.


Entre los seres de la noche, se ocultaba una joven. Nadie la veía. Todo su alrededor estaba  cubierto por un velo. Era una capa hecha de un material en el que nadie había creído desde hace siglos. Magia.


La chica caminaba, sin prisa, pero atenta a su alrededor.

Sus ojos azules, como el cielo nocturno, miraban a su alrededor, como buscando un rastro de algo. Parecía que no se perdían nada.

Su pelo negro, recogido con dos discretos coleteros, seguía a su dueña, danzando suavemente alrededor de su cabeza.


En sus andares había un toque de cautela, pero sin duda, estaba segura de sí misma. Confiaba en las capacidades de su talismán, que nunca le había fallado.


La noche y los cuadros de neón se continuaban, uno tras otro. Hasta que la adolescente llegó a su destino. O creyó haberlo hecho.


Llevaba toda la noche siguiendo pequeñas migas de magia. Mínimas chispas de energía dañina, claramente dejadas por un ser que no debía estar allí.


A la luz de una señal de color rosa brillante, había una niña, de espaldas a ella.


Incluso estando acostumbrada a todo lo que conllevaba la ciudad, el aura de aquella infante la dejó extrañada.


Ya no solo era su aura mágica, que dejaba tras de sí una inusual sensación de tensión contenida. Todo en ella parecía bastante fuera de lugar.

El pelo de la niña era rubio, cortado por lo que parecía una mano inexperta, pero no falta de ganas.

Vestía lo que parecía con una chaqueta, con un cuello subido. Alrededor de la parte alta de la prenda, se podía apreciar una bufanda. Tenía un aspecto antiguo, de una prenda que llevaba a sus espaldas años de uso. Sin embargo, aún se apreciaba el color azulado de la tela.

Las vestiduras inferiores no atraían casi la atención, siendo de colores más apagados.


La adolescente meditó por unos segundos, tratando de distinguir si el rastro mágico dañino provenía de ella, o no.


Se preguntó si estaría ante otra como ella. Otra cazadora. Pero ese aura…


Sin embargo, antes de que pudiera decidirse por una cosa u otra, la otra se giró en su dirección. Pudo entonces verle parte de la cara.


Sus ojos eran de una tonalidad celeste, con una frialdad extraña para alguien de su edad. El rostro blanquecino, quedaba, sin embargo, cortado. Una máscara, con el único ornamento de una estrella violácea a uno de los lados, le tapaba la boca.


Se encontraron la una contra la otra, mirándose despacio.


Finalmente, fue la niña quien habló.


-¿Qué haces aquí?- preguntó, lentamente.


-Encargarme de un asunto personal, nada más.- respondió la otra, intentando no dar demasiada información.


Hubo un instante de silencio. Dos. Puede que un tercero.


-¿Cómo te llamas, pelinegra?


-Lu...Valeria.- devolvió la otra, corrigiéndose en el último segundo. Dar el nombre real a seres que usasen magia no era una jugada muy sabia, y ella lo sabía.- ¿Y tú?


La niña cerró los ojos por un momento, pero luego los abrió, y la sensación de tensión a su alrededor aumentó.


-Yo no digo mi nombre a seres desconocidos... -Dijo secamente. Después, añadió - Valeria… El ser que estás siguiendo no significa nada para ti. Vuelve a casa. No te beneficia mezclarte con los asuntos de fuera...


Valeria la observó fijamente por un momento, y frunció el ceño.


-¿Qué eres tú, entonces?


-Yo… Digamos que no soy una niña. Eso es todo lo que puedo decir- Contestó la extraña, dando un paso atrás.


Y se desvaneció.


La cazadora parpadeó un par de veces, y maldijo por lo bajo.


Había desaparecido, casi sin dejar ni un rastro de poder en su lugar.

Una mano profesional.


Seguramente fuese una cazadora de otra ciudad. Alguna donde la especialidad mágica fuera otra a la que usaban en su ciudad.


Ligeramente molesta, desechó los consejos de su misteriosa interlocutora, y continuó siguiendo la estela de energía malvada.


Cuando por fin llegó al final del camino, notó como el lugar despedía un aire muy distinto a cualquiera que pudiese indicar la presencia de los usuarios de magia malvada.


Era un callejón, pero había algo extraño en él.

Las paredes negruzcas que limitaban el lugar no tenían garabatos ni pintadas. En su lugar, piedras brillantes, de color cambiante, se erguían aquí y allá. El suelo parecía cambiar a ratos, de un pavimento mal cuidado y sucio, a unas losas de mármol, impecables y brillantes.


Y la sensación que había en todas partes…


Ella se había acostumbrado a que los lugares donde los usuarios vivían trajeran consigo el color del odio. Pero aquello poco o nada tenía que ver. Aquel espacio transmitía un asco por la luz, y la repulsión de quién ha visto a los humanos hacer demasiadas cosas horrendas.


Pero aún no lo había visto a él.


Él era el centro, y ese lugar era suyo.


Al principio, le horrorizó el parecido que tenía con el usuario.


La coloración de ojos y pelo coincidía con exactitud, así como el tono de piel.

Pero uno de sus párpados estaba atravesado por una pálida cicatriz. Un único corte limpio, producido por un objeto punzante.


Volvió a la realidad cuando el ser se dirigió a ella.


Su voz, que aún conservaba el tono de un hombre de mediana edad, iba muy acorde con todo lo que el lugar inspiraba. Pero, por suerte o por desgracia, no se entendía lo que decía.


Fuera lo que fuera, se calló rápidamente, y estiró el brazo, separándolo de su cuerpo. Tras eso, cerró los ojos, como si no la chica en frente suyo no fuera importante.


Antes de que pudiese comprobar lo que el ser tenía en mente, invocó su confiable arco. Cargó una única flecha, y lanzó.


El proyectil atravesó el aire velozmente, y se clavó con fuerza cerca de su enemigo.


Pero no pasó nada, para el horror de la cazadora.


Normalmente, bastaba para debilitar considerablemente la corriente de energía maliciosa. Pero en aquella ocasión, no.


-(No es posible…¿Qué tipo de poder está usando para invocar todo esto, entonces?)- Pensó, comenzado a sentir el pánico atenazando su pecho.

No iba a poder pelear con él si tenía todo su poder.


Mientras, el hombre, ajeno a esa ofensiva, continuaba con los ojos cerrados, y se veía como algo comenzaba a caer de sus manos, con la lentitud y la elegancia de la miel.


Decidiendo el intentarlo al menos, Valeria cambió la forma de su arma. Con toda la fuerza de la que fue capaz, cargó contra él, con una daga en su mano.


Pero algo se interpuso entre la joven y su enemigo.


El tiempo pareció ralentizarse, como si el aire se hubiese vuelto almíbar. Y oyó claramente, dentro de su mente, una voz familiar.


“¿No eres muy obediente, verdad?”


Y notó que se chocaba con algo duro, y mucho más grande que ella.


Una barrera se había erguido en el último segundo, deteniendo su avance.

El muro era transparente, sin ninguna distinción, ni tan siquiera una rotura por el choque ocurrido apenas unos segundos antes.


La buena noticia, fue que el hombre se desconcentró, y la miró. Aunque poco después, posó su mirada en el muro.


Volvió a decir algo, con una voz más débil que la que había usado al principio, como si lo que fuera que estuviese haciendo le hubiera dejado débil.


Con suavidad, tocó la barrera por unos segundos. Al hacer esto, el aura de maldad casi desapareció.

Parecía reconocerla, como quien reconocía a una amiga.


Y, de golpe, un fogonazo de luz dejó ciega a la chica, bañándolo todo con su luz.


Cuando pudo volver a ver algo, ya no quedaba nada allí.


Escuchó por última vez la voz, que sin duda pertenecía a la niña. No entendía cómo hablaba con ella así, pero le llegaba alto y claro lo que decía.


“Él no es como los tristes diablos a los que te enfrentas… Así que déjalo en paz”


Se giró sobre sí misma por un momento, esperando ver algo. Pero no. Allí solo estaba la luna.

Quizás debiera volver a casa. Ya había hecho bastante.
Hecho probado científicamente. Se me da mal no, lo siguiente escribir peleas.

En fin, historia corta con dos personajes de reciente creación, y uno que ya tiene bastante más tiempo (Aunque este personaje está más bien de crossover, pero bueno)

¡Espero que os guste!


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Yeye-Darkness's avatar
Está increíble. A veces lidiar con magia no es fácil.